sábado, 29 de marzo de 2008

A ti

Cristián Warnken
Jueves 06 de Marzo de 2008

A ti que lees estas líneas, que estás bajando por una de las tantas autopistas de la ciudad en esta mañana de marzo o, tal vez, estás en un vagón del Metro -con la mirada extraviada, como todos los que viajan a esta hora-, o paladeas el primer café y recorres distraído las páginas de este diario, buscando algo que no sabes qué es. A ti, que llevas a tus hijos al colegio y que acabas de no escuchar una pregunta que te hizo tu hija más pequeña, porque estabas pensando en otra cosa. A ti, que acabas de salir de la ducha y te ves un instante en el espejo. A ti, que pasas rápido a mi lado y casi me empujas y no me ves. A ti, que -con apenas 18 años- te levantas con el tedio pegado en el alma y te enchufas al computador para no abrir la ventana de tu pieza que da al jardín. A ti, que miras a tu marido todavía dormir a tu lado, y ves su nuca y su piel gastada, y sientes en el centro de tu pecho un hueco, la sensación de un cansancio del que quisieras huir a miles de kilómetros de ahí. A ti, que estás comprando el pan sin emocionarte con su olor y su temperatura. A ti, que entraste al cajero automático y descubriste que el saldo de tu cuenta era negativo, y sientes miedo, rabia, angustia. A ti, que acabas de dejar a tu niño en la sala cuna y te fuiste sin cantarle esa canción "que a él tanto le gusta". A ti, que acabas de entrar en la oficina y te dispones a iniciar un día igual a todos los días, trabajando sin amor por lo que haces, como pieza de un engranaje que te devora.
A ti quiero agarrarte de la solapa, del brazo -con respeto, pero con fuerza-, a ti quiero detenerte en tu carrera loca y decirte lo que tal vez nadie te ha dicho nunca, porque no se enseña en los colegios ni aparece en los diarios. Yo no soy nadie para quitarte cinco minutos de tu atiborrada y desesperada agenda, soy uno más entre los millones que bajan esta mañana a comenzar un día más en la ciudad. Entonces, ¿por qué habrías de desconectarte de tu "iPod" o apagar tu celular para escucharme? Pensarás acaso que soy un predicador más, un vendedor de seguros, o alguien que quiere robarte a plena luz del día. Sé que me mirarás con recelo, con molestia, con desconfianza.
A ti, que me oyes pendiente de tu reloj, quiero decirte, antes de que desaparezcas devorado por la multitud: "El hombre es desgraciado porque no sabe que es feliz. ¡Eso es todo! Si cualquiera llega a descubrirlo, será feliz de inmediato, en ese mismo minuto. Todo es bueno".
¿Y eso era todo? -me dirás-. Sí, y te digo: todo lo demás, fuera de eso, es nada.
Si te he agarrado de la solapa y te he abordado a esta hora de la mañana de este jueves que escribo es para decirte que eres feliz y no lo sabes. Y que eso que te dije lo dijo una vez un hombre como tú, que se llamó Dostoyevski. Y yo, ¿quién soy para hablarte así, para entrar en tu privacidad y leerte la cita de un ruso que no conoces? Yo soy el muerto. Yo estoy muerto, tú estás vivo.
¿Muerto tú? -me dirás-. ¡Pero si puedo tocarte y verte y oírte!
Sí, pero estoy muerto. Yo me levantaba en las mañanas como tú, prendía la radio como tú, paladeaba un café como tú, miraba distraído las primeras nubes en el cielo, y llevaba a mi hijo al jardín, y no sabía que era feliz, que estaba vivo. No lo sabía, como tú no lo sabes, como no lo saben tantos que no pisan con placer las primeras hojas del otoño, que no se detienen a ver los primeros rayos de luz colarse por la ventana para entibiar la piel del o la que duerme todavía a tu lado.
Pero esto, en realidad, no me lo enseñó Dostoyevksi, sino mi pequeño hijo Clemente, un niño como millones de niños que en este momento son llevados al colegio, un niño que me hizo una pregunta que no escuché una mañana de un jueves como hoy. ¡Eres feliz y no lo sabes! Eso es lo que enseñan los niños que mueren, eso lo aprendemos de un golpe los que morimos con ellos, eso es lo que los vivos como tú no pueden escuchar.

domingo, 16 de marzo de 2008

My sweet emotions

Éxtasis, miedo, alegría, aburrimiento, ansiedad, cansancio, vergüenza, amor u odio… no son más que reacciones dentro de nuestras cabezas. Sustancias, electricidad, conexiones, etc… Sin embargo siendo algo tan “efímero” (le pongo comillas a las palabras que no uso a “diario”) mandan nuestras vidas y nuestro día a día. Vivimos según estas emociones, hacemos lo que estas nos dicen, conciente e inconcientemente buscamos algunas y evitamos otras.




Mi profesora de filosofía pregunto una vez que sentido tenia la vida... en ese momento no supe que responder. Ahora no, ahora le podría decir que un griego bastante ocioso lo descubrió hace siglos. Seria precisamente la búsqueda de una emoción, la felicidad (sí, soy todo un filosofo).

Pero tampoco es tan sencillo. Uno no vive pensando en la felicidad; más que nada lo que hacemos desde que nos despertamos es satisfacer las distintas necesidades que sentimos, proyectadas en metas o motivaciones (a corto y largo plazo) por la emoción (o mezcla de emociones) que esperamos que produzca su satisfacción o por la emoción que nos deja si no la satisfacemos. (por ejemplo, si me quedo durmiendo un dia de clases me voy a sentir bien por un lado, pero peor por el otro por la culpa que me traería... asi que analizo, "pondero" y dependiendo del sueño que tenga me quedo en la cama o me levanto)

La necesidad de expresarse es otro ejemplo. Analizo y "pondero" las concecuencias positivas o negativas que podria tener.
También esta la necesidad de escuchar música.
La de entender lo que me rodea.
La de cambiar el mundo aunque sea en algo muy pequeño. (para bien obviamente)
La de creer que soy entretenido cuando la realidad es otra.
La de todo lo que sea biologico; comer, dormir, etc..
La de conversar.
La de ser entendido.
La de escuchar.
La de estar con algunas personas.
La de molestar, de joder por joder.
La de criticar.
La de llevar la contra.
La de sobresalir del resto.
La de sentirme especial.
La de sentirme común y corriente.
La de destruir.
La de crear.
La de hacer un trabajo bien hecho.
La de decir algunas palabras en hebreo, francés, inglés o alemán porque suenan bien (no es que hable esos idiomas, son lineas, frases o palabras que escuché por ahi).
La de querer agradarle a todo el mundo.
La de ver lo que llevo escrito y sentirme bien.
La de borrar lo que llevo escrito.
La de sacarme algunas cosas de la cabeza.
La de llorar.
La de reír.
La de correr.
La de no pensar en “el que dirán” o en lo que vaya a pensar la gente.
La de ir a Israel y sacarle fotos a cada edificio, a cada calle, a cada persona.
La de estar en la playa.
La de vivir cerca del mar (aunque me terminaria aburriendo)
La de decir algo incoherente.
La de cantar.
La de bailar (a veces me dan ganas, que se le va a hacer...)
La de ser mas de esto y menos de lo otro.
La de pensar, de desarrollar una idea.
La de descubrir algo o darme cuenta por mi mismo (anunque sea algo muy obvio).
La de escribir algo que tenga alguna trascendencia.
La de ayudar.
La de ser simpatico.
La de ir por la calle escuchando ciertas canciones.
La de cocinar (no es que cocine, estoy hablando de hacerme huevos revueltos o algo por el estilo)
La de editar las entradas del blog.
La de no sentirme mal por no haber leido lo que tenia que leer.
La de tirarme en paracaídas (no tirarme en si, sino que recordar que lo hice).
La de ver una película y terminar sintiendo esa extraña sensación.
La de decir “wea”.
La de ponerle un titulo bonito y con un significado medio escondido a esta wea.
La de poner una foto que considere especial y a la que le vea un significado profundo.
La de ser perfeccionista.
La de no complicarme por todo.
La de terminar algo que ya se esta alargando mucho.